La impunidad nos cambia la vida: el Estado es responsable

¿Vos te acostumbraste? ¿Qué nos pasa con la impunidad? ¿Cuánto dura la memoria? ¿Cómo la ejercitamos? ¿Qué significan 15 años para vos? ¿Dónde se registra la resistencia cotidiana, la lucha continúa? 

Jorge Julio López fue un laburante albañil oriundo de General Villegas, que en octubre de 1976 a los 47 años de edad, es secuestrado y mantenido en cautiverio en distintos Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio que funcionaron en todo el país como parte del despliegue del genocidio perpetrado por la última dictadura cívico militar y eclesiástica. Participaba en la militancia barrial organizada desde una Unidad Básica en su barrio, de Los Hornos, La Plata.  Estuvo más de dos años y medio privado ilegítimamente de su libertad, en condiciones infrahumanas, dentro del llamado “Circuito Camps” bajo el mando de Miguel Etchecolatz, director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y mano derecha del entonces jefe de Policía de la provincia, el militar Ramón Camps. 

Sobrevivió, y luego de su liberación intentó llevar una vida “normal” pero procurando recordar siempre de lo que fue víctima y testigo. Del destino de sus compañeras y compañeros de cautiverio.

30 años después de su secuestro, en 2006 pudo dar testimonio claro y detallado de sus vivencias, en el Juicio contra Miguel Etchecolatz. Pudo mostrar la materialidad de los Centros Clandestinos de Detención como el Destacamento de Arana. Siendo una voz fundamental en la lucha contra la impunidad, junto a la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos con Nilda Eloy y Adriana Calvo, al Colectivo Justicia Ya! y otras compañeras y compañeros, organizaciones políticas y de DDHH, que investigaron sin descanso y dieron valerosos testimonios, capaces de dar cuenta de los crímenes del Terrorismo de Estado y de todo el engranaje clandestino. 

La noche anterior a la sentencia que iba a condenar a Etchecolatz, López es secuestrado de su propio barrio, el 18 de septiembre. Pasaron 15 años de ese secuestro, la segunda desaparición forzada del compañero, a quien el Estado no protegió (como tampoco lo hizo con Silvia Suppo, también testigo clave en juicios de lesa humanidad, asesinada en Santa Fe en 2009). 

Las primeras semanas después de la segunda desaparición de López fueron de gran impacto y conmoción, fundamentalmente en la región de La Plata, Berisso y Ensenada. Aún se sienten 15 años después. Sin dudas, salimos a hacer lo que sabíamos, lo que nos enseñaron, salimos a la calle a seguir luchando. Como explicaba Nilda, a López lo desaparecieron por segunda vez primero en términos físicos, pero también lo desaparecieron de los medios hegemónicos y de las agendas de todos los gobiernos. El aparato represivo nunca se había desmantelado y nos arrancaban a otro compañero.

15 años después, la designación de Anibal Fernández como ministro de seguridad pone de manifiesto cuán vigentes siguen la impunidad y la complicidad estatal . El por entonces ministro del Interior sostuvo en su momento “Yo no sé si Julio López está tomando el té en la casa de su tía” con la misma actitud encubridora que tuvieron sus declaraciones ante los asesinatos de Dario Santillán y Maximiliano Kosteki en 2002 y de Mariano Ferreyra en 2010.

Hoy, a 15 años de aquel lunes de tantas preguntas, nos seguimos preguntando por él, de la misma forma en que después nos hemos preguntado dónde estaba Santiago Maldonado, dónde Johana Ramallo, dónde Facundo Astudillo Castro, y hoy nos preguntamos a seis meses de su desaparición: ¿dónde está Tehuel de La Torre?. Y lo hacemos con las herramientas que históricamente tuvimos para enfrentar la impunidad: movilizándonos y exigiendo respuestas al Estado, que es responsable. 

Seguimos construyendo respuestas que siempre requieren ser colectivas, capaces de nacer en el encuentro, en el compartir, en el ejercicio de traer el pasado conflictivo quebrando los silencios de este presente que más que nunca, nos invita a ser transformado.  

¡Jorge Julio López PRESENTE! ¡AHORA Y SIEMPRE!