52 años del Cordobazo, bandera de unidad obrera y popular contra la opresión

En 1969 la dictadura de Onganía intentaba imponer la autoridad del capital en todos los planos de la vida, al servicio de un modelo de acumulación centrado en la sobreexplotación en manos de las transnacionales, con la jerarquía militar entrenada en las Escuelas de las Américas en EEUU y la iglesia más conservadora de la mano del “cursillismo”.

En aquella Córdoba rebelde se superponía el reclamo por la vuelta de Perón con los sueños de seguir procesos revolucionarios que aparecían abiertos, como la revolución cubana, china o rusa, o los “movimientos de liberación nacional” y de descolonización que triunfaban en todo el mundo. El mayo francés y la oleada de revueltas en “los tres mundos” alumbraban en el nacimiento de una nueva izquierda que bregaba por un socialismo antiautoritario, desde abajo, con poder popular.

Agustín Tosco fue el símbolo, desde el corazón de la clase obrera, de la apertura de mente y corazón para que esos mundos, esas ideas y esos procesos sociales convergieran en algo nuevo. Su capacidad para “golpear juntos” con la burocracia combativa de Elpidio Torres del SMATA y el peronismo de base de Atilio López de la UTA, fue clave, preparado por el trabajo gris de la unidad de base en Luz y Fuerza y en la CGT de los argentinos. Y también la confluencia con el movimiento estudiantil que contenía a su vez todas las tendencias combativas, desde el humanismo a todas las tendencias socialistas.

Alumbrar nuevos azos requiere alimentar esos procesos de tolerancia, combatividad, democracia de base y hermandad en la lucha. El protagonismo popular se cultiva en la socialización de nuestro mundo. La nueva izquierda nació con esa marca de herejía ante la autoridad del capital y también de los autoritarismos que siempre florecen dentro de las tendencias y movimientos de transformación social. Procesos que parecen renacer de la nada en Chile, en Colombia, en Ecuador, Perú, Paraguay, Haití, pero sabemos que son producto del arduo trabajo de topo de tantas tendencias y tantes compañeres, como el 2001 argentino. Un trabajo de hormiga lento y arduo que a veces debe avanzar a saltos porque solo puede avanzar a saltos. Así es en los tiempos de nuevos Cordobazos. Así es que otro cordobazo es posible.