A 49 años de la masacre de Trelew: Arderá la memoria

Nuestro puente con esa generación del 72 es la resistencia del pueblo chubutense, mendocino y catamarqueño al saqueo megaminero, la lucha de los elefantes de Neuquén, el movimiento feminista en las calles conquistando derechos y tantas otras experiencias de lucha, que demuestran que a 49 años: NO NOS HAN DERROTADO.

A 49 años de la masacre de Trelew, honramos la memoria de nuestrxs compañerxs caidxs en manos de una dictadura asesina, como fue la de Alejandro Agustin Lanusse. La masacre de Trelew fue una muestra anticipada de un plan represivo que ya estaba pergeniado, el puntapie incial del terrorismo de Estado, que continuó con el despliegue de la Triple A en el ultimo gobierno de Perón y consumado en su totalidad a partir del ultimo golpe militar, eclesiástico y empresarial de 1976. Aquel 22 de agosto de 1972, quedó claro que las fuerzas represivas no escatimarían en sangre para imponer el modelo de relaciones sociales hegemónico, un capitalismo rapaz para todos los pueblos del sur llamado neoliberalismo. 

Sin embargo, cada 22 de agosto no sólo repudiamos el criminal y cobarde accionar de las FFAA en la Base Almirante Zar y la brutal represión ocurrida en los 70, sino que, por sobre todo, reivindicamos la lucha revolucionaria de lxs compañerxs caidxs. En una tarea de largo aliento, con perspectiva histórica, nos pensamos justamente como compañerxs, porque estamos unidxs con elles en el deseo de transformar esta sociedad de raíz. 

Por aquel momento, se encontraba en franca disputa el modelo de sociedad que queremos. Lxs compañerxs del ´72 eran también lxs de las puebladas que desde el ´69 se multiplicaron a lo largo y ancho de todo el país conocidas como los “azos”, entre los que se destacaron el Cordobazo, el Rosariazo y el Tucumanazo. La militancia de izquierda desarrollaba el ejercicio permanente de desafiar la represión y el disciplinamiento militar, mientras articulaba por abajo, en el seno de la clase trabajadora, una fuerza social revolucionaria hacia el socialismo. Nuestrxs compañerxs observaron el triunfo y los primeros años de la revolución cubana, la resistencia antiimperialista de la guerra de Vietnam, la unidad obrero estudiantil del mayo francés. Todo eso formaba parte del acervo político de la clase y la militancia revolucionaria, en medio de una guerra fría que tenía a toda América Latina resistiendo a la doctrina de la seguridad nacional del imperialismo yanqui. 

Que el ejercicio de la memoria nos sirva para tejer un puente entre aquella generación con la nuestra. Actualmente a nivel global se atraviesa una crisis económica, sanitaria y ecológica sin precedentes, que hace imprescindible renovar la discusión sobre una transformación radical de las relaciones sociales imperantes. El proyecto de las clases dominantes y las potencias imperialistas para latinoamérica es el extractivismo y nuestros pueblos y territorios son zonas de sacrificio. Los niveles de pobreza, desocupación y el deterioro del poder adquisitivo de la clase van en aumento, pero la crisis recae cada vez con mayor peso en lxs de abajo. Mientras se siga priorizando la rentabilidad del capital por sobre las condiciones de vida de lxs trabajadorxs, mientras se siga priorizando el pago de una deuda externa odiosa e ilegítima por sobre las condiciones de pobreza estructural de gran parte de nuestro pueblo, no hay discurso “progresista” que valga. 

Nuestro puente con esa generación del 72 es la resistencia del pueblo chubutense, mendocino y catamarqueño al saqueo megaminero, la lucha de los elefantes de Neuquén, el movimiento feminista en las calles conquistando derechos y tantas otras experiencias de lucha, que demuestran que a 49 años: NO NOS HAN DERROTADO. Estamos observando con atención como los pueblos despiertan en las revueltas populares chilenas, colombianas, ecuatorianas, peruanas y tantas otras  que nos demuestran el creciente rechazo al neoliberalismo como modelo de acumulación para unos pocos y que nos demanda encarar con la mayor unidad posible, desde abajo y a la izquierda, un proyecto de sociedad transformada, de raíz ecosocialista, ante la impotencia de las variables reformistas que a pesar de todo sostienen el modelo extractivista y no están dispuestas a tocar los intereses de la clase dominante. 

Por último, si hablamos de unidad y de lucha incansable por el socialismo, no podemos dejar de recordar a la compañera Hilda Fredes, a quien despedimos con mucho dolor este año. Parafraseando a Bertolt Bretch decimos que “Hay compañeres que luchan un día y son buenxs. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenxs. Pero lxs hay que luchan toda la vida: esos son lxs imprescindibles”, y ese es el legado de Hilda: quien mantuvo su corazón rojo y su puño izquierdo en alto hasta el último día de su vida, en el que nos siguió enseñando como se lucha aun ante las peores adversidades. Querida compañera, abrazamos tu historia y seguirás presente en cada paso que demos hacia una sociedad sin opresión. Hilda Fredes, ¡hasta el socialismo siempre!

16 rosas rojas

nacidas de madrugada

regresarán cada noche

de la tierra liberada

(pintada callejera) (Aiub, 2007: 47)