Ucrania, un nuevo capítulo de la crisis civilizatoria

Mucho se viene escribiendo estos días en los medios hegemónicos de comunicación sobre la crisis en Ucrania primero, y la guerra después. Poca información, mucha propaganda de medios que supuestamente deberían informar, los pueblos del mundo quedamos pues sometidos al juego de ajedrez de las principales potencias económicas y militares, incluidos sus propios pueblos. Pero no estamos condenados a ser meros peones del ajedrez de las potencias.

Para empezar, existen muchos medios de comunicación alternativos y organizaciones contrahegemónicas en nuestro país y en el mundo, que buscamos pensar por nosotres mismes y por comunicarnos entre les de abajo. Allí nos ubicamos y desde allí queremos hacer nuestro pequeño aporte.

La guerra en Ucrania no arrancó en estos días, sino que el país se encuentra en una guerra civil desde hace 8 años. Poco se dice al respecto, pero esa guerra civil que comenzó en el 2014 en el este del país venía dejando ya un saldo de 14 mil muertos, decenas de miles de refugiados y destrucciones materiales muy considerables. Así, vemos que el estado de guerra no es súbito ni mucho menos, lleva por el contrario años larvándose hasta el detonante actual.

La reciente crisis que desembocó en una guerra abierta combinó dos factores principales: el avance de EEUU vía la OTAN sobre territorios de influencia rusa y la crisis endémica en Ucrania.

1)      El compromiso entre EEUU y la URSS para dar fin a la guerra fría incluía que Rusia mantendría su predominio sobre la antigua URSS, mientras que los países que formaban parte del Pacto de Varsovia se mantendrían fuera de la OTAN.Ese compromiso de integración capitalista estable fue roto por la decisión de EEUU (con el acompañamiento de la Unión Europea) de imponer el avance de la OTAN sobre el este de Europa en los últimos 30 años, bombardeando y destruyendo Yugoslavia (Serbia en particular), incorporando a sus filas a Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia del Norte, a Albania, a los países bálticos, a Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania (Grecia y Turquía ya eran parte), construyendo un cerco a lo que Rusia considera como su espacio vital. El estado ruso intentó mientras tanto una recomposición de su poderío empezando por alianzas estrechas y estables con los países que otrora pertenecían a la extinta Unión Soviética. A su vez tendió alianzas más laxas pero importantes hacia el sur y el oriente con la “Organización de Seguridad de Shangai” que se extiende hasta China e Irán. Paulatinamente fue recomponiendo y expandiendo su centro de acumulación.

En síntesis, durante estos últimos 30 años, Rusia consolidó su posición hacia “Oriente”, mientras que hacia “Occidente” encontró resistencias de parte de la Unión Europea para avanzar en integración económica y pactos de seguridad regional. En este marco, Ucrania -que era y es un nudo y puente entre Rusia y “Occidente”- se fue inclinando hacia la OTAN y la UE poniendo en riesgo el crecimiento y la seguridad militar de Rusia. Este es justamente el segundo factor de la crisis: la situación de Ucrania.

2)     Si bien el nacionalismo ucraniano tiene una existencia de larga data, Ucrania se funda como un estado nación por primera vez en 1991. Y en 2014, a sólo 23 años de su fundación, se inicia la guerra civil que se extiende hasta el presente. La descomposición de la URSS dio lugar a una acumulación por desposesión (que tomaba la forma de copamiento del estado y un ejercicio extremadamente corrupto del poder estatal) a manos de grupos de oligarcas en cada una de las repúblicas que surgieron allí. Ucrania no fue la excepción, pero en este país las enormes diferencias entre el este (industrial, rusófono, cristiano ortodoxo, menos anticomunista) y el oeste (habitado por personas que hablan el ucraniano y son poblaciones que habían sido parte de estados occidentales, con eje agrario y del sector servicios, católico, con fuertes tradiciones filonazis y anticomunistas) generaban que los oligarcas también tuvieran diferencias entre ellos, según la base social en que se asentaban. En este marco el gobierno central se veía obligado a hacer cierto equilibrio entre ambas regiones.

En 2013 el gobierno de Viktor Yanukovich rechazó el acuerdo comercial con la Unión y buscó recostarse económicamente sobre su aliado eslavo. En las principales ciudades occidentales hubo largas concentraciones de una base social de capas medias entre liberales y progresistas. Los primeros ministros europeos y diversos personajes de EEUU les dieron cobertura. Con el empuje final que realizaron los grupos neonazis con el asesoramiento de la CIA, impusieron el cambio de régimen hacia un estado controlado por el sector de oligarcas de base occidental (EuroMaidan).

Este nuevo régimen fue resistido en el sur y este del país, generándose varias insurrecciones que fueron derrotadas en ciudades como Odessa, con cientos de muertos.

Pero estos movimientos salieron triunfantes en la región del Donbass, donde las milicias populares establecieron repúblicas autónomas con cierto apoyo del estado ruso. En el caso de Crimea se realizó un referéndum con una participación del 89%, donde una abrumadora mayoría pidió unirse a la Federación Rusa.  

Mientras, del centro al oeste hubo elecciones y el nuevo gobierno, derechista, capitalista y de orientación pro-occidental encabezado por Petró Poroshenko tomó una serie de medidas que agravaron la crisis que se había iniciado en el 2013, llevando a una devaluación fuerte de la moneda y a una alta inflación, transformando a Ucrania en uno de los países más pobres de Europa. Así se abonó el camino a la candidatura del oportunista Volodimir Zelensky, reaccionario, comediante y guionista con un partido creado en el propio 2018 (“Servidor del Pueblo”) de fuerte campaña anticorrupción y con la consigna de reestablecer la paz y resolver los problemas económicos.

Intereses

En los últimos años, Rusia construyó el gasoducto Nord Stream 2 que le permitiría duplicar el gas enviado a Europa. Países como Alemania dependen en un 55% del gas ruso para su abastecimiento. Rusia es el principal exportador de gas a la UE, seguidos muy lejos por Noruega y Argelia. La construcción del nuevo gasoducto no sólo duplicaría los envíos de gas, sino que permitía a los rusos esquivar la ruta de Ucrania, país que cobraba hasta 3 mil millones de dólares en concepto de regalías. Un país empobrecido como Ucrania, recientemente endeudado con el FMI por 17 mil millones de dólares, con planes de ajuste insoportables para la población, lo que reclamaba era paz y una resolución de la crisis económica. El cierre del ingreso del gas ruso aumentaría sensiblemente su precio y las penurias a lo ancho y alto de Europa, y un aumento en la falta de divisas del estado ucraniano.

EEUU, que en los últimos años se transformó en el principal productor petrolero del mundo de la mano de la explotación de shale oil (petroleo no convencional), buscó combatir esa dependencia. No por contar con el equipamiento para revertir eso en el corto plazo, sino para intervenir sobre la dependencia gasífera europea, donde el 40% del gas consumido a nivel continental es de origen ruso.

Por otra parte, a la par de la región industrial del este ucraniano que quisiera reintegrarse al estado ruso, Ucrania veía como una competencia construcción de Rusia del Nord Stream II en cuanto a quién tendría la prioridad en la integración económica, de facto, con la Unión Europea.

Nacionalismos

Toda guerra o conflicto étnico civil refuerza los nacionalismos de las poblaciones en danza. Si la historia construyó un hermanamiento entre las poblaciones de las actuales Federación Rusa y Ucrania, pudiéndose remontar hasta 12 siglos a los orígenes de la rus de Kiev, la tensión posterior al Euromaidan agravó las diferencias entre la población rusa y ucraniana dentro del estado, favoreciendo el surgir de grupos neonazis que cometieron toda una serie de tropelías y asesinatos en Ucrania.

La crisis económica creciente, agravada por los planes de ajuste (como el aumento de la edad jubilatoria el año pasado), llevan a una crispación similar, sin opciones por izquierda visibles, la guerra larvada y la crisis económica se transformaron en el caldo de cultivo para el ascenso de grupos fascistoides como Svoboda y Sector Derecho, que apoyan a los gobiernos sucesivos ucranianos desde el EuroMaidan.

Los intereses de la clase trabajadora, severamente ajustada al servicio de políticas liberales, se vieron postergados y el hermanamiento de las poblaciones del este y el oeste ucraniano destruídos.

Juego de fichas

En medio de la disputa de las principales potencias que se da a nivel mundial, donde EEUU busca cercar a China con acuerdos comerciales y militares en el Pacífico, Ucrania es parte de ese ajedrez. Las provocaciones de la OTAN fueron incesantes, avanzando hacia la frontera rusa como EEUU mismo no toleró para sí. El imperialismo yanqui, que no tuvo problemas de financiar a los Talibanes durante una década y arrasar luego Afganistán durante 20 años, o en Irak, donde su antiguo pichón de las guerras contra Irán, Saddam Hussein, se transformó en su enemigo y se arrasó por su parte a todo el país en nombre de la “libertad”. Por no citar la participación ominosa de la OTAN en Libia. O los bombardeos de Francia en Mali. La hipocresía vergonzosa y la impunidad con que se maneja “occidente” pudieron ahora llevarlos a denunciar la intervención rusa sin sonrojarse en lo más mínimo.

Por su parte la preocupación de Putin y Rusia por las poblaciones de habla rusa (y su intento de detener la matanza) también debe relativizarse. Poco hizo para detener la matanza en estos años, y la apropiación de la península de Crimea respondió más a intereses estratégicos que étnico-demográficos. Rusia disputa en su frontera occidental mientras refuerza su condición de socio estratégico de China.

Y hablando de fichas… el gobierno argentino del Frente de Todos se alineó en bloque con la posición de EEUU contra Rusia (más allá de que Juntos por el Cambio pida aún más). Condenar la invasión rusa, sin señalar la ofensiva de EEUU y Gran Bretaña vía la OTAN, sin señalar que gran parte de la población en Ucrania resiste en una dura guerra civil al régimen oligárquico pro-occidentalista con clara influencia neonazi, y en el oeste padece las avanzadas y bombardeos del ejército ruso, esto sólo puede marcar la subordinación de hecho del gobierno hacia un orden que EEUU se juega todo a retener, nacido con las dictaduras latinoamericanas y del derrumbe soviético, proceso que determina el estancamiento secular de nuestro país y el aumento de la pobreza, desigualdad y sobreexplotación, al punto que se está regresando a un régimen de primarización económica.

Esto con un agravante: las lastimosas idas y vueltas de Alberto Fernández, que pasa de gritar que no se va a arrodillar ante el FMI, y de esto a viajar a Rusia y China diciendo que hay que romper la dependencia con EEUU y el FMI, para reforzar esa dependencia semanas después. Debemos combatir esta ida al ridículo y la vergüenza, debemos defender la esperanza y la alegría como una trinchera, la confianza en nuestras propias fuerzas como clase, en las calles pero también en todos nuestros lugares cotidianos, la fábrica, la oficina, la escuela y el hospital, el transporte público, en las redes sociales y de nuevo en las calles!

La crisis civilizatoria que afrontamos muestra las barbaridades del sistema capitalista que sumerge en la miseria a miles de millones de personas, destruye la naturaleza a su paso generando crisis ecológicas, sanitarias y un estado de emergencia y migración para cientos de millones de personas que son expulsados de sus países por la barbarie de las guerras y dictaduras en un mundo en crisis, a lo que se suman los muros racistas que les presentan los países del “primer mundo”.   

Es claro que el modelo de sociedad ultra autoritario disciplinario de China y Rusia no resuelven esta crisis civilizatoria. El hecho de plantarse ante el imperialismo yanqui no los convierte en anti-imperialistas, pero sí lleva a un caos sistémico, con una tendencia al agravamiento de los enfrentamientos militares entre esas distintas fuerzas capitalistas. Es fundamental comprender la agudización de la crisis inter-capitalista para trazar líneas de acción que permitan acumulación de poder de les de abajo, la construcción de autonomía ante ellas. Un arte que ejercitaron por ejemplo fuerzas kurdas ante la guerra en Siria (con 500.000 muertes y 5 millones de desplazades) aprovechando el enfrentamiento entre EEUU, Rusia, el estado sirio, Turquía y el yihadismo fundamentalista, entre otras fuerzas en pugna). Esta capacidad de las fuerzas populares kurdas se sostiene en parte en cierta base comunitaria de vida de este pueblo, pero no pudo emerger sino hasta que una fuerza política logró renovar y enriquecer el marxismo con variados aportes revolucionarios y éste fue apropiado por organizaciones de masas.

Desde nuestro pequeño lugar, de solidaridad inquebrantable con todos los pueblos del mundo y la esperanza intacta en la capacidad de les oprimides de construir un mundo nuevo y socialista, bregamos por el retiro inmediato de la OTAN y aún más, la necesidad imperiosa de su disolución. Así como también la retirada inmediata de las tropas rusas que bombardean sistemáticamente las poblaciones ucranianas. A su vez la libre disposición de elección de las poblaciones del Donbass y ruso parlantes para definir su destino requiere que el retiro de las tropas rusas de Ucrania se dé con el desarme simultáneo de los grupos paramilitares neonazis y el control de estos sobre el actual régimen en Ucrania.

Bregamos también por el fin de las políticas liberales de ajuste y la apertura de una deliberación popular no controlada por el actual régimen sujeto al capital financiero “occidental”, su control sobre el estado ucraniano y su red de medios masivos de comunicación y todo un aparato cultural hegemónico.

¡NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES!