¡Con el pueblo de Colombia, con sus luchas antiextractivistas, anticoloniales, antirracistas y por la profundización de las apuestas por el poder popular!

El domingo 29 de mayo, mientras en Argentina celebrábamos un nuevo aniversario de aquel Cordobazo que marcó un hito en el camino de las luchas unitarias entre obreres y estudiantes contra todas las formas de opresión, seguíamos con atención los resultados de unas elecciones presidenciales en Colombia que no pasarían como una elección más en la historia de su pueblo. Es que justamente estudiantes, obreres, campesines, pueblos originarios, mujeres y disidencias colombianas que protagonizaron las luchas y movilizaciones populares gestadas con particular tenacidad desde 2019 en adelante, ubicaron por primera vez en las elecciones presidenciales, una posibilidad de cambio institucional que diera un giro a décadas de una política gestada a sangre y fuego contra el pueblo colombiano. En ese marco, entendemos que la apuesta por las candidaturas del Pacto Histórico representado por las figuras de Gustavo Petro y Francia Márquez, constituye un paso más en el largo camino que continuará construyendo el pueblo colombiano en pos de lograr su emancipación de todas las formas de opresión. La liberación de nuestros pueblos no puede nunca circunscribirse a una táctica electoral. Por ello ubicamos esta experiencia institucional en el vasto campo de experiencias de lucha que sus organizaciones y comunidades han sabido desplegar a lo largo de su historia.  

El triunfo del Pacto Histórico, que alcanzó el primer lugar con un 40,3% de los votos y el desplazamiento del uribismo fuera del ballotage son dos buenas noticias. Sin embargo, el acceso de Rodolfo Hernández al segundo lugar (quien conquistó un 28,1% de los votos), ubica al Pacto Histórico en situación de tener que competir en segunda vuelta con un candidato conservador y misógino, que apostó al discurso de la antipolítica y que reuniría el apoyo de la casi totalidad de las fuerzas políticas patronales y de los medios de comunicación hegemónicos. Hernández representa lo más rancio de los sentidos comunes reaccionarios pero al mismo tiempo tiene más capacidad de disputar el voto de los sectores populares con la imagen (si bien falsa) que se construyó de un candidato emprendedor, anti casta y anti corrupción, de lo que podía la oligarquía uribista. Más allá de los significados de estos resultados para las posibilidades de la fórmula Petro-Márquez de ganar en segunda vuelta, constituye un dato trascendente la importante derrota sufrida por el uribismo, baluarte de las mayores masacres ejercidas sobre el pueblo colombiano y representante del boicot a los procesos de Paz.

En este contexto, la figura de Francia Márquez expresa el crecimiento de las luchas que el movimiento feminista viene sosteniendo con su componente antirracista, anticolonial y antiextractivista. De allí su potencial altamente disruptivo en la escena política colombiana, marcada centralmente por la narcoviolencia, el capitalismo extractivista y la adhesión al imperialismo yanqui. En esa irreverencia radican las importantes expectativas que su rol despierta en les sujetes movilizades y hartes de décadas de una política sostenida en la narco política y sus múltiples expresiones de violencia hacia les de abajo.

Gran parte de los sectores populares organizados participaron protagonicamente de las revueltas populares del 2019 y 2021 (además de las luchas previas). No sólo en la acción directa, sino también en la coordinación, la comunicación, el mutuo aprendizaje de muchas luchas locales dispersas a lo largo de la inmensa Colombia. La experiencia de la Asamblea Nacional Popular fue la mayor de muchas experiencias de encuentro por abajo, llegando a elaborarse un programa de los movimientos sociales para la transformación conjunta de la sociedad. Pero no se llegó al punto de abrir una constituyente revolucionaria. El gobierno del uribista Duque supo evitar irse antes de tiempo, pero arrastró en el descrédito a buena parte de la clase dominante colombiana, que ahora busca salvar las papas con el arribista Hernández. En este marco y como parte de la larga historia de luchas de nuestros pueblos, un triunfo en el ballotage del Pacto Histórico tal vez sea un paso favorable para reabrir un ciclo de luchas en alza, en la medida en que la clase dominante cuente con menos herramientas para reprimir y estigmatizar a quienes luchan. Por supuesto, las actuales magras experiencias de los “gobiernos progresistas” (caso de Boric, Castillo, etc.) muestran que esos nuevos gobiernos en el mejor de los casos pueden poner algunas trabas a las clases dominantes para un uso directo del Estado, pero los cambios sólo vendrán de una creciente acumulación de poder de les de abajo.

Desde la Corriente Política y Social Marabunta acompañamos y abrazamos de solidaridad a lxs compañeres colombianes que se encuentran viviendo estas semanas momentos de trascendencia en la apuesta por transformarlo todo, hasta que la dignidad se haga costumbre.

¡Apoyamos a Francia Márquez y las apuestas por la lucha y la organización popular que se expresan en el Pacto Histórico!

¡A seguir construyendo poder popular!

¡Por la continuidad y el despliegue de las Asambleas Nacional Populares como camino de organización de lxs de abajo!