Rosario: entre la sangre derramada de trabajadores, el narcotráfico, la ciudad militarizada y el miedo

Los últimos asesinatos de trabajadores a manos de sicarios fueron mensajes del narcotráfico. Es obvio asociar estos hechos con la escalada ultra represiva en las cárceles, y especialmente, con la ostentación pública de la misma por parte del Gobierno Provincial de Santa Fe.

Desde Marabunta, repudiamos estos asesinatos y extendemos nuestra solidaridad con familiares, compañeres de trabajo y amigues. Y por eso queremos poner en foco la trama mafiosa que genera tamaña barbarie: ¿esta escalada es solamente responsabilidad de las 47 o más bandas rosarinas (fragmentación que denuncia el conocido periodista de investigación y actual diputado provincial Carlos del Frade)? ¿Hace falta acaso un trabajo de inteligencia desde las cárceles para “ordenar” estos crímenes, que más que planificados en detalle parecen una respuesta general mafiosa, cuyas víctimas parecen ser “elegidas” al voleo? ¿No está ampliamente demostrado que esa mafia es un entramado narco-judicial-policial-político-empresarial que se beneficia con el negocio ilegal de la droga? ¿Es casual que sean Rosario y sus grandes puertos el centro de este negocio? ¿O acaso no se sabe que las mayores ganancias son la exportación al mercado mundial? ¿Es concebible este fenomenal negocio sin que el capital obtenido sea lavado de múltiples formas legales?

El entramado está atravesado por pugnas interburguesas conocidas en la zona: en el seno del Poder Judicial y de la Policía Provincial (basta ver los procesos con cárcel incluida de altos mandos y fiscales o el frustrado proceso para quitar los fueros al Senador Traferri), los limitados operativos contra el tráfico de drogas ilegales en los puertos y contra los propietarios de lujosos departamentos en las torres de reciente construcción.

Pero también tiene intereses internacionales por el control de la mal llamada hidrovía, como se vio recientemente con el embajador estadounidense Marc Stanley con personal del Cuerpo de Ingenieros visitando en aguas argentinas a los titulares de la Administración General de Puertos y el Secretario de Empresas y Sociedades del Estado.Nunca mejor bautizada nuestra Rosario como la “Chicago argentina”.

La “ley seca” (prohibición de las bebidas alcohólicas) de los EEUU de principios del siglo XX es comparable con nuestros tiempos: la ilegalidad de las drogas potencia el negocio y la impunidad narcotraficante. Así, penetra todos los poderes del Estado y corrompe al pueblo trabajador. Junto con el aumento de la pobreza y la indigencia constantes, genera las condiciones para que exista un verdadero ejército de los llamados “soldaditos” y sicarios.A pedido del gobernador Maximilano Pullaro, el Gobierno Nacional responde con un despliegue que, si bien tiene antecedentes anteriores, nunca alcanzó tamaña magnitud: existe de hecho un virtual toque de queda a partir del anochecer, las fuerzas de seguridad federales se suman al accionar de la policía provincial, y se agrega el apoyo logístico de las fuerzas armadas (Ejército y Armada).

Se aplica la Ley de Seguridad Interior, sobre la base de tipificar a los sicarios y a sus mandantes como “terroristas”. El “teatro de operaciones” de este despliegue militar serán las calles y barrios rosarinos. A lo Bukele, el ministro de seguridad Cococcioni promete agravar aún más las condiciones de vida de los presos. Vista gorda con los puertos, los fastuosos emprendimientos inmobiliarios y demás negocios del lavado del negocio narco.

Como una manifestación más de la derechización de la sociedad en su conjunto, gran parte de la población rosarina, presa de un miedo justificado, venía pidiendo esta militarización. En la noche del domingo hubo algunos cacerolazos a favor de los anuncios, junto con la exigencia de que “no vendan humo” y repriman a los narcos con todo y en serio. Sin ignorar la trama mafiosa denunciada más arriba, existe la ilusión de que Pullaro y Milei realmente quieran enfrentar esa trama y sean efectivamente paladines del “orden y la libertad”. Como pretendía arrogarse Bukele, como lo acaba de anunciar Patricia Bullrich en su discurso de hoy en Rosario.

Estamos en tiempos difíciles, tiempos de lucha contra la corriente represiva que se viene. Porque es obvio que los operativos en los barrios apresarán o incluso matarán a cientos de pibes inocentes por algunos sicarios que se encuentren. Porque es obvio que se seguirán violando derechos constitucionales de todos los presos con el argumento de reprimir mejor a las corruptas y asesinas cúpulas narcos. Y es obvio, también, que Rosario será un ensayo general de la aplicación del repudiado “Protocolo Bullrich”.

Por eso, creemos que es tiempo de militar activamente por defender las más amplias libertades democráticas: ningún derecho conquistado se debe abandonar, las asambleas se deben seguir construyendo y las calles se deben seguir ocupando. El próximo 24 de marzo debe ser más masivo y unitario que nunca.Y desde un punto de vista ideológico, no queremos dejar de plantear que el capitalismo como sistema es el que genera la pobreza y la falta de perspectiva que abren el camino para las adicciones. Y es esta pobrísima democracia burguesa la que (además de su connivencia con el narcotráfico) se ha demostrado impotente para desarrollar un plan de salud, vivienda, esparcimiento, educación que le dispute el territorio a las mafias.

Para soluciones de fondo contra las mafias, hay que avanzar contra todos los sectores empresarios que financian y lavan el dinero narco, entrelazados con sus negocios legales. Por eso, seguimos peleando por la construcción de una perspectiva que supere estos negociados con la miseria y la degradación popular, una perspectiva socialista. Lo contrario es la barbarie que sufrimos.